Llegan las Navidades y la oferta de electrodomésticos de Santander brilla por su presencia. Imbuídos como estamos por las compras navideñas y en pensar qué aparato le puede ser útil a nuestros familiares, pocos nos paramos a pensar que detrás de ese secador de pelo o de ese lavavajillas existe una historia para cada uno de los aparatos que colonizan nuestros hogares y nos hacen más ligera nuestra vida cotidiana.
En la oferta de electrodomésticos de Santander te decimos que estos inventos son relativamente nuevos, que el concepto de electrodoméstico en sí se fraguó en Estados Unidos, tras la Guerra Civil y la Guerra de Secesión (1865). Fue porque se abolió la esclavitud y las clases pudientes tenían que suplir la ausencia de los esclavos que les lavaban los platos o les secaban el pelo con útiles que pudieran tener en casa.
Ya con la implantación de la electricidad en los hogares, los electrodomésticos del siglo XIX se modernizaron, pero es curioso ver lo rocambolescos que eran entonces. ¿Sabías que el primer lavavajillas consistía en un armario de madera con una rueda que se giraba a mano con una palanca y sobre la que se echaba agua? ¿O que el primer triturador de basura fue un invento de un arquitecto llamado John W. Hammes, que lo ideó para su esposa en 1927 y que se llamaba In-Sink-Erator?
Los franceses no se quedaron atrás en la carrera y en 1940 construyeron en la Alsacia lo que hoy conocemos como horno. ¡No en vano son los reyes de la repostería moderna!
Te quedarás helado, sin embargo, al saber que los primeros "frigoríficos" de la historia eran montones de nieve que la gente recogía de las montañas para conservar la comida, antes de que llegaran esas "cajas eléctricas" que generan frío.
Sí, era duro, pero ... ¿te imaginas una vida sin electrodomésticos? En J. Rivero Electrodomésticos ¡en absoluto!